El hallazgo y excavación del Teatro Romano de Cartagena es uno de los descubrimientos más sorprendentes de la arqueología de la ciudad.
Este yacimiento ha permanecido oculto durante siglos debido a su ubicación en un sector de la ciudad habitado ininterrumpidamente. Por esta razón su fisonomía original quedó oculta con el paso del tiempo. Ejemplo de esa ocupación fue la superposición parcial de la Catedral Vieja sobre la parte superior del Teatro Romano; una de las mayores singularidades de este conjunto arqueológico.
Un imponente edificio con capacidad para 6000 personas cuyas particulares características certifican el importante papel que desempeñó la ciudad de Cartagena en la historia de la Hispania Antigua.
Además, su proximidad a algunos de los edificios más emblemáticos como la Catedral, el Palacio Consistorial, el Castillo medieval y las instalaciones portuarias, lo convierte en uno de los lugares más atractivos y monumentales de Cartagena.
El Museo, proyectado por el arquitecto Rafael Moneo, ha surgido para dar respuesta a la necesidad de un espacio museístico en el que reunir la totalidad de las piezas halladas durante las sucesivas excavaciones. El Museo da pie a incorporar el Palacio de Riquelme y a incardinar la Iglesia de Santa María la Vieja en el conjunto, convirtiendo el Teatro en la última y más notable pieza presentada en el Museo.